LA RUTINA DEL ESCRITOR

foto de escritura

Antes de empezar esta sección, quiero que te deshagas del mito de la rutina del escritor. Si, ya se, esperabas que te aconseje sobre cuál es la rutina mágica que TODOS los escritores realizamos para considerarnos escritores. Pero no, no existe una rutina general perfecta que debes perseguir al pie de la letra para transformarte en un escritor.

Para escribir necesitas, ante todo, compromiso. Debes comprometerte contigo mismo a seguir adelante pase lo que pase, aunque el resultado no sea lo que esperabas. Porque una de las reglas principales en la creatividad del escritor es no ser esclavos de la inspiración. Y con una rutina, escribir es más fácil de lo que piensas.

Como he dicho anteriormente, cada proceso de escritor funciona de diferentes maneras, lo primero que debes hacer es encontrar el tuyo, por eso aquí te dejo unos consejos de como crear tu rutina de escritura:

PASO 1: Observación de las actividades.

Antes de hacer cambios en la rutina diaria, levanta un registro de actividades, su horario real; incluya hasta las distracciones frecuentes. La honestidad es esencial. En este sentido, asuma esa actitud científica de averiguar lo que realmente pasa, en lugar de lo que idealmente debería suceder. Usted puede creer que tiene “libres” todos los martes por la noche. Si es así, anote en su registro qué hizo durante los últimos cuatro martes por la noche y verifique si es verdad que los tuvo “libres”. ¿Hay ahí una actividad regular? ¿Una interrupción frecuente? ¿Un evento “aislado” que se está volviendo rutina de una vez al mes o todas las noches?

En este ejercicio, conviene también llevar un registro de todas las actividades típicas de procrastinación y ocio: las horas transcurridas en redes sociales y correo electrónico, los ratos de ver televisión, el tiempo que se pasa con la familia o los amigos… Todo lo que no aparecería normalmente en un horario pero que inevitablemente sucede.

PASO 2: Análisis del entorno.

Si cada minuto cuenta, no podemos pasar la mitad de nuestra sesión diaria arreglando las condiciones de trabajo. Uno necesita un espacio de su casa dispuesto, ordenado y listo para ser empleado de inmediato. Que comenzar a escribir te tome apenas unos minutos, no quince, ni veinte, y menos una hora… dos o tres minutos y ya puedas comenzar, de ser posible, en el punto exacto en donde dejaste el proyecto el día anterior.

Por lo tanto, el segundo paso es hacer un diagnóstico, valorar las condiciones del entorno e incluso hacer un catálogo de las distracciones normales o de las posibles incomodidades: ¿Televisores cercanos? ¿La cocina? ¿El lugar por donde camina todo el mundo en la casa? Vale la pena tomar nota de las diferencias según las horas del día: ¿Ocurre lo mismo durante la mañana que en la noche.

Para cada problema, diseñe una solución, preferiblemente sencilla y de bajo costo: Cambiar la mesa de lugar, aislarse en la habitación en lugar de trabajar en la sala, escribir de noche mientras todos duermen… Lo que funcione para cada quien.

PASO 3: Identificación de potenciales horas para la escritura.

El objetivo es encontrar todas las horas del día durante las cuales se podría insertar una sesión de escritura de un mínimo de treinta minutos hasta dos horas como máximo. En este momento, se deben poner los prejuicios a un lado: toma en cuenta horas de la madrugada, antes de salir a trabajar; horas de almuerzo y descansos; horas de llegada y labores nocturnas; tardes libres durante la semana, tiempos de transición entre el trabajo y la casa… Todos pueden aprovecharse de una manera u otra. Todavía no estamos haciendo el horario real y final. Solamente estamos jugando con suposiciones. Por ejemplo, “si me acostara a las 9 de la noche y me levantara a las 5… ¿podría escribir durante noventa minutos antes de salir de la casa?”. Cada uno conoce su entorno. Ajusta tus horas y juega en el papel, solamente barajando posibilidades. Aún no diga “no me puedo levantar temprano o no me puedo acostar tarde”.

PASO 4: Experimentación.

Antes de lograr con éxito un cambio de horario, es necesario conocerse muy bien. Me refiero a saber con exactitud cuáles son tus ciclos de sueño, cuántas horas necesitas descansar, durante cuáles momentos del día tienes una productividad mayor. ¿Eres del tipo de persona que tiene más lucidez durante la mañana o durante la noche?

Estos datos son esenciales. Hay quienes prefieren pasar toda la noche despiertos y descansar durante el día. Otros funcionan mejor justo después de haber dormido, sin importar la hora. Incluso puedes diseñar sesiones de reposo para adquirir el estado de conciencia adecuado; por ejemplo, puede probar qué sucede si duerme 20 minutos cuando regresa del trabajo antes de iniciar su sesión.

La mejor manera de averiguar cómo funciona su cuerpo, es hacer varios intentos: pruebe cómo se siente en los distintos horarios y tome nota de todo. Aquí vale la pena registrar niveles de agotamiento, distracciones reales, impedimentos, limitaciones de las herramientas (por ejemplo, para escribir fuera de la casa)… Simplemente hágalo: Escriba a todas las horas en las que podría haber una potencial ventana de escritura y averigüe qué ocurre.

PASO 5: Diseño del horario.

Con toda esta información, ya es posible hacer una propuesta más o menos viable. Uno puede elegir levantarse muy temprano y escribir antes de salir de la casa; o quedarse hasta muy tarde. Aquí lo esencial es que seas tu quien tome las decisiones y comience a ponerlas en práctica.

Si realmente deseas tener éxito, contempla tiempos para descansar y estar con tu familia. El agotamiento físico lleva a la enfermedad y se puede traer abajo todo el plan de escritura profesional. Por eso procure dejar los fines de semana libres o trabajar durante períodos cortos durante esos días.

Tu horario todavía no está listo… es solo una propuesta de horario. Ahora es necesario pasar a la siguiente fase: implementarlo.

PASO 6: Elija sus herramientas.

Este no es un tema superfluo. Antes de iniciar un proyecto grande de escritura, si uno no quiere perder tiempo a medio camino, conviene elegir con mucho cuidado las herramientas informáticas que piensa emplear.

A veces la inspiración llega mejor con pluma y papel. Sin embargo, sin importar si eliges tener un cuaderno o incluso un teléfono inteligente con teclado, he aquí lo fundamental: tu instrumento debe andar siempre contigo. Veinte minutos a la hora de almuerzo, más otros veinte minutos en algún café, entre la salida del trabajo o la universidad y la llegada a casa, más otros veinte minutos mientras esperas a tus amigos… En ese corto plazo se pueden escribir entre 300 y 500 palabras y aunque parezca poco, si se hace varias veces al día, al cabo de la semana el avance es notorio. Además, te ayudará a mantener la conexión con tu proyecto durante el resto del día.

PASO 7: El programa de 66 días.

Se dice que toma 66 días modificar un hábito o implementar uno nuevo. Por lo tanto, si quieres insertar la escritura como una actividad cotidiana, deberás hacer un esfuerzo consciente y disciplinado para incorporar tu nueva rutina.

Ahora, con tu nuevo horario en la mano, síguelo tan fielmente como puedas durante los próximos 66 días.

Lleva un registro detallado tanto de tus pequeños éxitos cotidianos, como de las resistencias, los impedimentos y los problemas reales de su propuesta de horario. Con esta información podrás hacer ajustes sobre tu plan original y aumentar las posibilidades de éxito.

En síntesis, al final del día, lo esencial es haber alcanzado, en suma, tantas horas reales de escritura como sea posible.

Idealmente, entre 60 y 90 minutos reales, sin contar preámbulos, descansos y otras peripecias. La clave del cambio es diseñar una forma de vida sostenible en el tiempo, una disciplina que se pueda sostener sin esfuerzo y con naturalidad. Si lo consigue, el siguiente paso ya no será lidiar con el horario sino concentrarse en lo esencial: la creación de la obra y las muchas batallas cotidianas, como la falta de inspiración, los problemas de coherencia, los trucos cuando no se encuentra una salida, las decisiones estéticas de la palabra, etc… Pero eso ya es otra historia.

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